Wednesday, May 27, 2009

Jornada A 40 años del Cordobazo, El clasismo ayer y hoy



El Clasismo ayer y hoy

Charla debate con

- Carlos "Titin" Moreira, militante de los ´70 y dirigente nacional del Partido de los Trabajadores Socialistas

- Rafael Santos (Miembre de la oposición antiburocrática del SMATA en los '70, dirigente el Partido Obrero)

- Abel Boholausky (ex militante del PRT-ERP)

- Manuel Guitierrez (Secretario General Ademys)

VIERNES 29 DE MAYO

21 HS AULA 125

Organiza e invita :

CEFyL

Centro de Estudiantes de Filosofía y Letras

Juventud “divino tesoro”… del explotador


Miércoles 27 de mayo de 2009
SOBRE EL LIBRO ALTA ROTACIÓN. EL TRABAJO PRECARIO DE LOS JOVENES

Juventud “divino tesoro”… del explotador


Por Demian Paredes

Si la periodista canadiense Naomi Klein denunciaba en No Logo a las grandes compañías y marcas de empresas multinacionales; en el caso de la joven periodista que acaba de publicar Alta rotación , su valiente actuación la emparenta más con el etnólogo, que se inserta en la “comunidad” a la que desea estudiar.

Como cuenta en el prólogo del libro -que acaba de salir en marzo, y que no ha tenido mucha difusión en los medios masivos-, Laura Meradi pasó todo un año (el 2007), realizando los trabajos que hacen miles de jóvenes de Capital y provincia de Buenos Aires (tras su renuncia a un trabajo, también precario, en el Estado para el gobierno de la Ciudad). El libro refleja a jóvenes repletos de sueños, deseos y ansias de progresar en la vida, absorbidos por el sistema de explotación, abandonando las actividades que más querían: las relaciones personales y amistosas, amorosas; el estudio, el arte, entre otras.

Seguramente más de un/a lector/a se sentirá “reflejado” en las experiencias que describe Meradi a lo largo de las páginas en los distintos “episodios laborales” (largos viajes y tediosas esperas, entrega de currículums, entrevistas, cursos de capacitación, la labor diaria, soportando jefes y jefas, etc.) por los que pasó.

Alta explotación

180 pesos por una quincena en McDonald’s; 600 pesos de básico mensual como cajera en Carrefour (que es lo mismo que se gana en el supermercado de la “burguesía nacional” Coto); ése, es el precio que tiene la juventud para los capitalistas; el “mundo obrero” que Meradi recorrió .

El primer trabajo, luego de meses de enviar CV por internet, lo consigue para la oferta callejera de tarjetas de crédito comercial Italcred (ante la foto del CV dirá: “Parezco una persona triste con la esperanza de que conseguir un trabajo, cualquier trabajo, la hará feliz”). Habrá un ritmo infernal y alienante: “Ni siquiera nosotras nos tomamos el trabajo de leer el contrato para saber qué le estamos haciendo firmar a la gente. Lo que necesitamos es vender once tarjetas por día, todos los días, para ganar cien pesos más a fin de mes. Ese es el premio más bajo y para lo cual tendríamos que vender 274 tarjetas por mes”. Allí, en Constitución, luego de su jornada de “venta ambulante”, viaja todos los días en el subte y describe la rutina de millones: “No corre una gota de aire en el andén. Miro hacia el techo y respiro profundo, trato de captar un poco de oxígeno pero está difícil. Finalmente cierran las puertas, pero el subte tarda mucho tiempo en arrancar. Nos miramos las caras pero no decimos ni una palabra. Sólo soportamos el calor y los minutos de encierro porque es la única manera de volver a nuestras casas. Vamos callados y apretados, alzando las cabezas para poder respirar”.

La explotación, en todos los países

Al pasar a un call center bilingüe, Phonetech, dirá: “Miro quiénes somos. Casi todos aparentan lo mismo que yo: entre 18 y 25 años, cara de sueño, ropa informal y zapatillas de marca”. Trabajan “en pleno microcentro”, “el barrio de los oficinistas por la mañana y el barrio de los cartoneros por la noche”.

Durante el curso de capacitación, Laura se entera que “actualmente hay 3200 empleados en Phonetech Argentina, (...) el objetivo es llegar a fin de año con 4500. Necesitan 1300 empleados más para atender más llamados por minuto y competir con los Phonetech de otros países”. En esta explotación “globalizada” se queja un muchacho: “-¿Seis pesos vale mi hora de trabajo? Casi como en un McDonald’s…

El chico de relaciones internacionales nos mira, ladea la cabeza y entrecierra los ojos, dice:

Chicos, es un sistema automatizado, global. No somos nosotros los sudacas los únicos explotados”.

Meradi revela en el libro los papers internos y reglamentos de las empresas –además de señalar que nunca se les da a ningún/a trabajador/a copia del contrato que firman-. Cuenta cuando está en Carrefour:

“Copio algunas palabras clave porque tengo al intuición de que no me van a dar ninguna copia. En un cuaderno, anoto:

Que acepto que el ‘… domicilio de explotación correspondiente…’ sea modificado en cualquier momento y sin previo aviso.

Que la agencia ‘… atenta el poder disciplinario…’ y tiene derecho a citarme en cualquier momento ‘… para dar explicaciones…’”.

Al renunciar en Carrefour dice con alivio… y sospechas: “Tengo la ilusión de que me escapo, pero la realidad es que estoy entrando otra vez. Me dejan escapar frente a sus ojos porque es imposible escapar. De un lado o del otro, sigo estando en el infierno”.

Y para cuando esté en un bar de Recoleta, dirá acerca del “ritmo gastronómico” impreso en su cuerpo y mente: “... todavía estoy cansada. Un cansancio constante. Mi único deseo es: dormir. Empiezo a descubrir el ritmo de la gastronomía (…). No me gusta esta vida, y entiendo que mientras dure va a ser siempre así”.

Si el capitalismo mata…

El libro termina con Laura renunciando al último trabajo, y con algunas de sus ex-compañeras del bar devenidas en amigas, paseando y viendo las predicciones del I-Ching. Lamentablemente, nuestra “espía”, que denuncia en sus descripciones muy crudamente el sistema laboral (agencias de empleo incluidas ), no habla nunca del rol de los sindicatos, y nada acerca del gobierno o los políticos patronales: dos actores fundamentales a la hora de pensar cómo continúa, la “explotación neoliberal” que abrió el menemismo, en la actualidad. El libro entonces, que cuenta una experiencia laboral “individual”, no llega a dimensionar cabalmente la explotación asalariada como un “problema social”: como una organización de la clase capitalista que parasita a la trabajadora.

Aunque ella no lo escribe, la conclusión tras la lectura de su libro es clara: si el capitalismo mata, matemos al capitalismo.

1 - Alta rotación. El trabajo precario de los jóvenes, Bs. As., Tusquets (colección andanzas/colección crónicas), 2009.

2 - A la pregunta: “-¿Por qué crees que los jóvenes precarizados son invisibles?”, dijo “-Porque me parece que están muy naturalizados. Vas a un supermercado y lo único que pensás es que querés que te cobren rápido y pasar. Yo hasta que no estuve ahí nunca había pensado la cantidad de veces que una cajera tiene que doblar su cintura, o tiene que levantar un pack de agua. O lo mal que te tratan en los locales de comida rápida. Es normal que existan promotoras muriéndose de frío, es normal que un pibe te llame a tu casa para venderte algo y lo putees, todo es como parte del mundo individual” (diario La Capital, 1/03/09).

3 - Ver Esteban Mercatante y Juan González “Agencias de empleo temporario: Traficantes de esclavos modernos” (La Verdad Obrera 194) y Lucho Aguilar “El ‘ejército’ de Manpower” (La Verdad Obrera 196). También se puede ver en revista Lucha de Clases 5 el dossier “Disposición objetiva y subjetiva de las fuerzas de la clase trabajadora”; Lucha de Clases 6 “Industria automotriz y clase obrera en la Córdoba actual” y “Experiencias de organización obrera en la industria de Gran Buenos Aires”; Lucha de Clases 7 “¿Quién lucha? Conversaciones con teleoperadores sobre el libro ¿Quién habla?”; Lucha de Clases 8 “Rebeldía fabril. Lucha y organización de los obreros de Fate” y la entrevista a delegados “‘Hoy la fábrica es como un mundo nuevo, surgen jóvenes que se vuelven militantes de sus derechos’”.

Fuente: www.pts.org.ar

Hollywood y la “explotación cinematográfica” de la miseria

Acerca de la 81º entrega de los premios Oscar

Hollywood y la “explotación cinematográfica” de la miseria

Por Demian Paredes



No es ningún secreto para el marxismo que, en base a la enorme miseria de la abrumadora mayoría de la población (despojada de todo medio de producción, a excepción de su fuerza de trabajo) surja la gran riqueza de los capitalistas. Y esto es lo que ocurre, también, en la industria cinematográfica a escala mundial; lo mostró claramente Hollywood en su última entrega de premios.

En efecto, las últimas semanas han aparecido cientos de artículos analizando el significado del “reconocimiento” a los últimos films producidos; muchos han señalado, en alguna medida, cómo, la multipremiada película india ¿Quién quiere ser millonario? (Slumdog Millonaire), que se llevó 8 de los 10 Oscars a los que estaba nominada –incluyendo el de “mejor película”-, es una muestra de esto.

Los slumdogs (que hacen millonarios a otros)

En Argentina son conocidas como “villas miseria”; en Brasil son “favelas”; en Perú, “barrios jóvenes”. En la India son los “slumdogs” los pobres habitantes de los suburbios (el diccionario Espasa-Calpe de inglés dice que, en “sentido figurado”, un slum es una “pocilga”[1]). Allí fue donde se filmó la multipremiada y ganadora indiscutida en “la noche de los Oscar”, Slumdog Millonaire.

La película fue filmada en Dharavi, el mayor suburbio de Asia: apenas 175 hectáreas que concentran cerca de 1 millón de habitantes. Este barrio, uno de los más pobres del mundo, recibe a miles y miles de desplazados de Bombay (o Mumbay), capital financiera de India. Allí llegan musulmanes, bengalíes y otros, que forman una “industria local” que (sobre)vive del reciclaje diario de la basura, trabajando en las 15 000 pequeñas fábricas y los 30 000 talleres que se calcula hay. Ellos emplean las 6 000 toneladas diarias de desechos que produce Bombay[2] -una ciudad de 15 millones de habitantes-.

Pese a la “alegría” del presidente por los Oscar a la película que refleja (en parte) esta realidad, lo cierto es que el gobierno quiere esas tierras, ya que al estar en el distrito financiero son muy cotizadas: actualmente son las más caras del mundo. Hay 19 grandes capitalistas interesados en levantar una nueva y más grande “city hindú”, que le redituaría al gobierno unos 10 000 millones de euros.

Pero lo fundamental –negocios inmobiliarios aparte- de esta entrega de Oscars es cómo, la internacionalización capitalista opera en esta industria, haciendo surgir de la pobreza la riqueza (para unos pocos): Slumdog… ya ha recaudado 160 millones de dólares en el mundo, sólo de taquilla (venta de entradas).

Hollywood y su entrelazamiento (económico) “globalizador”

Un artículo explica así el fenómeno: la India, dice, es un “apetecible y además democrático subcontinente de 1 150 millones de personas que tiene una exitosa megafactoría cinematográfica, Bollywood, y hacia el que productores y actores norteamericanos miran sin disimulo. Y al revés: el magnate indio Anil Ambani inyectó el año pasado 600 millones de dólares en Dreamworks, la productora de Spielberg”[3]. Este “ida y vuelta” consiste entonces en cómo, Hollywood, ingresa a un enorme mercado de más de 100 millones de personas-consumidores, aprovechando que el cine es parte fundamental de la cultura popular de la India. Y cómo a su vez puede producir sus propias películas a bajo costo (en equipamiento, salarios del personal técnico, etc.) para vender otros productos al resto del mundo –lo que como vimos incluye una nueva élite india socia de Hollywood-. Lo “nuevo” en el caso de Slumdog Millonaire es que ahora se “exportan” (como una “muestra democrática multicultural”) los mismos actores y dramas indios… aunque el director y la producción son ingleses. Valga como ejemplo de la conveniencia de asociación esta comparación de costos: mientras que Titanic costó 280 millones de dólares, Slumdog… sólo 15.

Otro análisis dijo que el éxito de Slumdog… “es posible interpretarlo a la luz de cierta tendencia globalizadora que ha venido experimentándose en los últimos años: Hollywood se ha vuelto un poco ambulante: filma donde la inversión resulta más barata (con la vista puesta en mercados que todavía no domina), y en esa estrategia incorpora la dosis de osadía y novedad de la que carece su gran producción mainstream, con lo que genera el efecto ilusorio de una vivificadora renovación. Unas gotas de exotismo sin excesivo riesgo, al fin, porque por lo general no le imponen una mirada distinta sobre el mundo: sólo lo llevan a traducir a otras lenguas y a otros paisajes sus viejas recetas”[4]. Los habitantes de Dharavi se encontraron ante estos acontecimientos divididos: unos, ante el “estrellato” mundial por el reconocimiento de Slumdog… tenían la esperanza de recibir alguna ayuda (“Quizás ahora los políticos hagan algo con toda la atención que estamos recibiendo”, dijo una vecina del slum a la prensa); otros, más “realistas”, expresaban un escepticismo total: uno dijo “No veo ningún cambio en Dharavi y no veré ninguno en toda mi vida. Nuestros políticos no han podido cambiar nada durante sesenta años, entonces ¿qué harán estos cineastas? Vendrán, grabarán imágenes y sacarán dinero. Estaremos aquí hoy, mañana e incluso en los próximos sesenta años”[5].

La cultura amenazada (y utilizada)

Es evidente que la gran industria cinematográfica dominante se hace eco de la crisis mundial: “Hollywood, como nunca, tomó nota que la crisis subió a escena y que la factoría de sueños deberá replantearse su fisonomía y sus inversiones a la sombra del gran parate mundial”[6]. Y ante ello, Slumdog… busca funcionar como “un espeso y heroico melodrama de amor y supervivencia en la violenta Bombay. Su Oscar sugiere un camino: nada de cuestionamientos al sistema ni de tremendismos altisonantes ni de denuncias recargadas; el mundo -nos dice la Academia- sólo está para la esperanza”[7].

En momentos donde el mundo capitalista se encuentra en crisis, Hollywood se posiciona ante el “cambio” de la “obamanía”: una verdadera simulación de “apertura”[8], que es demagogia cinematográfica a gran escala, donde hay premios para producciones donde hay gays (Mi nombre es Harvey Milk[9]), actrices españolas (Penélope Cruz) y “milagros” donde cualquiera se hace millonario.

Sin embargo, la realidad podrá más que cualquier fantasía que difunda la clase dominante desde sus monopolios culturales y, ante la amenaza a la vida (y a la cultura y al arte) que representa el actual hundimiento económico capitalista, la lucha de clases, que surgirá como respuesta la debacle burguesa, será más fuerte que cualquier “magia”, impactando positivamente la retina (y la mente) de millones.




[2] Una nota de la agencia DPE explica que esta es “una vital industria del reciclaje. Botellas de plástico, periódicos, muebles viejos, madera, neumáticos, repuestos: los habitantes de Dharavi hacen dinero con casi cualquier cosa. Se calcula que sus industrias domésticas y de reciclaje suman unos 500 millones de dólares al año” (“Los verdaderos ‘slumdogs’ de Bombay”, 24/2/09).

[3] “Cuando Hollywood encontró a Bollywood” (www.lavanguardia.es, 24/2/09).

[4] Diario La Nación, “a Nacie Slumdog al"ado irector y la produccial cine, que es parte fundamental de la cultura popular en la India. Algo de esperanza en tiempos de recesión” (24/2/09).

[5] Diario Página/12, “Los indios ya no estaban tan cabreros” (24/2/09). Incluso aparecieron carteles con la leyenda “No somos perros de los suburbios”, expresando enojo por el título del film.

[6] Diario El día, “Hollywood premió la esperanza y la modestia” (24/2/09).

[7] Ídem.

[8] Dice una crítica: “No son sólo las ocho estatuillas ganadas por Slumdog Millionarie, filmada en la India, con elenco íntegramente de ese origen y financiación, dirección y guión británicos, sino también las otorgadas a Kate Winslet (hija dilecta del poblado inglés de Berkshire), el australiano Heath Ledger y la madrileña Penélope Cruz. Además, la ganadora al mejor documental fue la británica Man on Wire (que tiene por protagonista a un equilibrista francés), el mejor corto live action es alemán (…) y el mejor corto de animación, japonés y ambientado en Francia. Todo ello, como colofón de una ceremonia que por primera vez condujo un extranjero, el también australiano Hugh Jackman. Y que contó con un número musical coreografiado por su compatriota Baz Luhrmann” (diario Página/12, “El nuevo perfil ‘cosmopolita’ de la entrega de los Oscar. El salto a la globalización”, 24/2/09).

[9] Véase La Verdad Obrera Nº314, “Crítica al film Mi nombre es Harvey Milk. Cine para los tiempos de crisis (políticamente correcto)”.

León Trotsky


Foto: Magnum

Visita a León Trotsky por A. Breton

André Breton


Discurso pronunciado por André Breton en un mitin del PCI el 11 de noviembre de 1938, publicado en Quatrième Internationale N.º 14/15, noviembre-diciembre de 1938. Fuente: Cahiers Léon Trotsky N.º 12, diciembre de 1982. Traducción al español para este boletín por Rossana Cortéz. N.de.T. Dada la extensión del texto, editamos solamente algunos fragmentos.

Ustedes no esperan de mí un comunicado político. Cerca de tres meses han pasado desde mi regreso de México, tres meses durante los cuales la voz del camarada Trotsky llegó varias veces hasta nosotros, tres meses durante los cuales el pensamiento del camarada Trotsky, maravillosamente presto a dedicarse a cada nuevo aspecto de los problemas políticos y sociales, maravillosamente habituado a hacer avanzar un partido de la actualidad, ha logrado franquear la gran distancia que lo separa de nosotros para cumplir, en los organismos de la IV Internacional, su rol de guía genial, de guía experimentado entre todos los del movimiento revolucionario […] Entonces, yo dejaré de lado todo lo que correría el riesgo de repetirse en las exposiciones de los camaradas para dar aquí un testimonio en el plano puramente humano […]

[…] Ustedes me entenderán, camaradas, si les confieso que estaba ansioso porque en unos días me encaminaba hacia esa “Casa azul” de la que tanto se habló y que, en Coyoacán, es la morada del camarada Trotsky. Por más que me esforzara por informarme todo lo posible sobre su salud moral, sobre el empleo de su tiempo y también sobre todo eso por lo que él deja de pertenecer a la historia para comportarse como un hombre común, una pantalla sigue interponiéndose entre él y yo. Sobre esta pantalla se desarrollaba una vida más agitada y agitante que todas las demás, también incomparablemente más dramática. Yo me representaba a ese hombre que fue el jefe de la revolución de 1905, uno de los cerebros de la revolución de 1917, no solamente como hombre que ha puesto su genio y todas sus fuerzas vivas al servicio de la causa más grande que yo conozco, sino también el testimonio único, el historiador profundo cuyas obras hacen más que instruir, porque le dan al hombre deseos de sublevarse. Me lo imagino al lado de Lenin y, más tarde, solo, siguiendo la defensa de su tesis, la tesis de la revolución en el seno de congresos falsificados. Lo veo solo, de pie entre sus compañeros ignominiosamente vencidos, solo, atormentado con el recuerdo de sus cuatro hijos a los que han matado. Acusado del peor crimen que pueda ser para un revolucionario, amenazado en todas las horas de su vida, librado al odio ciego de aquellos incluso a los que se consagró […]

[…] Con el corazón latiéndome fuerte, vi entreabrirse la puerta de la Casa azul, me guiaron a través del jardín, apenas tuve tiempo de reconocer las buganvillas cuyas flores rosas y violetas cubrían el suelo, los cactus eternos, los ídolos de piedra que Diego Rivera –que puso esa casa a disposición de Trotsky- ha reunido con amor a los costados del sendero. Me encontré en una pieza clara entre libros. Y bien, camaradas, en el mismo instante en que el camarada Trotsky se levantó del fondo de esta pieza, se sustituyó a la imagen que tenía de él, no pude reprimir la necesidad de decirle hasta que punto estaba maravillado de encontrarlo tan joven. ¡Qué dominio de sí mismo, qué certeza de haber, hacia y contra todo, mantenido su vida en perfecto acuerdo con sus principios, qué excepcional coraje más allá de las experiencias, todo eso hizo que pudiera conservar sus rasgos sin alteración! Los ojos de un azul profundo, la admirable frente, la abundante cabellera plateada, el aspecto de jovencito, componen un rostro en donde se siente que ha triunfado la paz interior, triunfará siempre sobre las formas más crueles del adversario. Esto no es más que un punto de vista estático, porque a partir que el rostro se anima, que los gestos de las manos matizan con rara fineza tal o cual propuesta, se desprende algo magnético de toda su persona. Estén seguros, camaradas, que si los Estados capitalistas se han mostrado tan resueltos, tan unánimes para proscribir al camarada Trotsky y si el gobierno de Stalin no ha dejado de presionar sobre ellos para obtener esta proscripción, fue de su parte una medida perfectamente natural. Trotsky libre, Trotsky con posibilidades, por ejemplo, de hablar hoy en París en un mitin, es un estallido de la revolución que aparece de pie; es la luz del soviet de Petersburgo, del Congreso de Smolny que se levantaría en la sala. No es a los explotadores de la clase obrera a los que hay que preguntarle que consienta ese mitin. Hay que esperarlo de la clase obrera, de la clase obrera que, llegado el momento, sacudirá el yugo que la aplasta, barrerá de un golpe la podredumbre termidoriana y reconocerá a los suyos. En lo sucesivo, tuve frecuentes entrevistas con el camarada Trotsky. De la vida un poco legendaria que yo suponía, pasó para mí a una existencia más real, más tangible. No hay ningún sitio mexicano típico al que él no esté asociado en mi recuerdo. Lo veo, con el ceño fruncido, desplegando los diarios de París a la sombra de un jardín de Cuernavaca, caluroso y lleno de pájaros, mientras que la camarada Natalia, tan emotiva, tan comprensiva y dulce, me enseñaba los nombres de las sorprendentes flores; lo veo practicando conmigo el ascenso a la pirámide de Xochicalco; otro día, estábamos por almorzar al borde de un lago congelado, en pleno cráter del Popocatepetl; o bien una mañana nos fuimos a una isla sobre el lago Pazcuaro –el maestro, que reconoció a Trotsky y a Rivera, hizo cantar a sus alumnos en la vieja lengua tarasca-; o también, pescando axolotes en un arroyo rápido del bosque. No hay ninguna persona, más que el camarada Trotsky, que muestre interés por todo lo que se presenta así de novedoso, nadie tampoco, en el curso de un viaje, tan emprendedor, tan ingenioso como él. Está claro que subsiste en él un fondo infantil de una frescura inalterable. Y sin embargo, entiendan bien, camaradas, no hay una tensión de espíritu más grande que la suya: no conozco a un hombre capaz de dedicarse a una labor tan intensa y tan continua. Pero de esa labor ya se dieron tantos testimonios objetivos que creo poder pasar rápido para intentar develar el secreto de su seducción personal. Esta seducción es extrema. Una noche que había aceptado recibir en su casa una sociedad de intelectuales compuesta de unas veinte personas venidas de Nueva York, hacer una corta exposición y luego responder a sus preguntas, observé cómo, a medida que hablaba, el clima de la sala se le volvía humanamente favorable, cómo ese auditorio apreciaba la vivacidad y la seguridad de su réplica, lo veía gustoso a las bromas, gozando de sus ocurrencias. Asistí, muy divertido, a los esfuerzos que esa gente hacía por saludarlo, estrechar su mano antes de partir. Y sin embargo, entre esa gente estaba el gobernador de un Estado de América del Norte así como una mujer con cabeza de lechuza que había sido ministra de trabajo en el gabinete de Mac Donald […]

[…] Para terminar, camaradas, aunque esto no les interese a todos, voy a tratar sobre un tema que me afecta particularmente y que enciende mi pasión. Durante años, en materia de creación artística, he defendido para el pintor, para el escritor, el derecho a disponer de sí mismo, de actuar, no conforme a las consignas políticas, sino en función de determinaciones históricas muy especiales que solamente son competencia del artista. Siempre me mostré irreductible en este punto. En 1926, cuando quise adherir al Partido Comunista, esta actitud me valió comparecer en varias Comisiones de Control en donde me pedían, con un tono ultrajante, rendir cuentas sobre las reproducciones de Picasso, de André Masson[1] que estaban en la revista que yo dirigía. Combatí sin descanso, dentro de la AEAR[2], la inepta consigna de “realismo socialista”. Si me dediqué con continuidad a esta tarea es, a pesar de todo lo que podía venir, para preservar la integridad de la búsqueda artística, para hacer que el arte siga siendo una meta, que no se convierta bajo ningún pretexto en un medio. Esta perseverancia de mi parte no implica que yo no haya sido llevado a desesperar algunas veces, a pensar que la incomprensión, la mala voluntad serían más fuertes ¡Nos repitieron bastante, a mis amigos y a mí, que esta actitud, que a toda costa nosotros queríamos mantener, era incompatible con el marxismo! Cualquiera sea mi convicción contraria, no podía disimular que había allí un punto neurálgico, un tema de inquietud que había compartido demasiado para que no estuviera ansioso por someterlo al camarada Trotsky. Puedo decir, camaradas, que lo encontré muy abierto a mi preocupación. No vayan a creer que logramos entendernos enseguida: no es hombre que dé la razón tan fácilmente. Conocía bastante bien mis libros, insistió en conocer mis conferencias y me ofreció discutirlas conmigo. A partir de allí tuvimos algunas escaramuzas: por ejemplo, un nombre como Sade o Lautréamont[3] lo hacía enojar ligeramente. En la ignorancia que tenía sobre ambos, me hacía precisar el rol que habían tenido para mí ubicándose en el único punto correcto, en el punto de vista común al revolucionario y al artista, que es el de la liberación humana […]

[…] La extrema perspicacia, aunque a veces parecía mostrarse un poco sospechosa, y la perfecta buena fe que le vi experimentar en todas las circunstancias nos permitieron estar totalmente de acuerdo con la publicación de un manifiesto que dirimiera de manera definitiva el litigio persistente del que ya he hablado. Este manifiesto apareció con la firma de Diego Rivera y la mía y se titula: “Por un arte revolucionario e independiente”. Concluyó con la fundación de una Federación Internacional del Arte Revolucionario Independiente (FIARI), cuyo boletín mensual aparecerá por primera vez a fines de diciembre. Preciso que le debemos a Trotsky, más que a Rivera o a mí la independencia total que se reivindica desde el punto de vista artístico. En efecto, el camarada Trotsky, cuando vio el proyecto en donde yo había formulado: “Toda licencia en arte, salvo contra la revolución proletaria”, nos puso en guardia contra los nuevos abusos que podría hacerse de esta última parte de la frase y la tachó sin vacilar […]

[…] Camaradas, tengo conciencia de haberme mostrado inferior a la ambiciosa tarea que se me ha asignado: hacer más presente entre nosotros al camarada Trotsky. Para consolarme, recuerdo una conversación que tuve hace algunos años con André Malraux, que volvía de un viaje a la URSS. Me contó cómo, durante un banquete de bienvenida en el que iba a hacer un discurso, comentó que iba a citar a León Trotsky, y como sintió enseguida que la atmósfera se hacía pesada, lo miraron de arriba abajo, vio que algunos de sus vecinos de mesa se levantaban y se alejaban con intención manifiesta: cómo, por un momento, había temido por su vida. Me confió incluso que sólo había pensado deber su saludo a una súbita inspiración, como uno tiene a veces ante un peligro, y dice una frase para sorprender, para intimidar a aquellos que estaban listos para la agresión. Lo que me sumergió, lo que aún me sumerge en el estupor, no es tanto esa escena como evento trágico que desde entonces se podía corroborar, sino la conclusión a la que había llegado Malraux. Según él, no había, bajo ningún pretexto, en ninguna circunstancia, que pronunciar el nombre de León Trotsky. Pronunciarlo equivalía, parece, a exiliarse de la actividad revolucionaria tal como puede, en las abominables condiciones actuales, llevarse adelante. ¿Vieron algo así camaradas, es posible que el instinto de conservación dicte a los intelectuales semejante renuncia a su pensamiento? ¡Sé, creo que a André Malraux no le falta valor! El nombre de Trotsky es por sí solo demasiado representativo y demasiado exultante para que uno pueda callarse o contentarse con murmurarlo. No nos detendrán, lo blandiremos y lo gritaremos a las orejas de los perros de todo pelaje. Tanto en los cuerpos destrozados de los jóvenes de España y en todos esos hombres que caen día a día para que triunfe la España obrera, como en los cuerpos de los revolucionarios de Octubre, como en el de nuestro camarada Sedov[4], asesinado en una clínica, como en el de nuestro camarada Klement[5], que la policía francesa no quiere reconocer cortado en pedazos, es necesario que mantengamos la consigna: “¡No pasarán!”.

Saludo al camarada Trotsky, magníficamente vivo y que verá nuevamente llegar su momento, saludo al vencedor y al gran sobreviviente de Octubre, saludo al teórico inmortal de la revolución permanente.



[1] Pablo Picasso (1881-1973) y André Masson (nacido en 1896) estaban ligados a los surrealistas.
[2] La AEAR era la asociación de escritores y artistas revolucionarios.
[3] Donatien de Sade (1740-1814), conocido como marqués de Sade e Isidoro Duchase, conde de Lautréamont (1663-1723) son considerados como los precursores del surrealismo.
[4] León Sedov (1906-1938) era el hijo mayor de Trotsky. Murió de manera sospechosa en una operación de apendicitis en una clínica que pertenecía a los rusos blancos, en el mes de febrero de 1938.
[5] Rudolf Klement (1910-1938), secretario administrativo del secretariado internacional había “desaparecido” y pedazos de su cadáver fueron encontrados en el río Sena.

Fuente: Boletín Agosto-Septiembre 2008 // Ceip // www.ceip.org.ar




Un viaje al corazón del imperio (en crisis)

Sobre un libro recientemente traducido

Un viaje al corazón del imperio (en crisis)

Por Demian Paredes

Es conocida la frase del filósofo norteamericano Jorge Santayana[1] “Los que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo”; en este sentido, la publicación que comentaremos es una buena “fuente” de experiencias históricas para recordar, tanto para el pueblo norteamericano (protagonista de los hechos que se narran en la publicación que comentaremos), como para los trabajadores y jóvenes de todo el mundo, en momentos en que la crisis económica mundial traerá mayores penurias y guerras. Hablamos de las grandes luchas contra la guerra en Vietnam, uno de los acontecimientos que pusieron en jaque al imperialismo norteamericano en los ‘70.

Se ha editado, con prólogo de Pablo Pozzi (docente de la UBA), Vietnam y las fantasías norteamericanas[2], de H. Bruce Franklin. Y es más que un libro sobre la “cultura” de una época. Es un libro que incluye investigación histórica, periodística, denuncias políticas y económicas contra esa gran ofensiva imperialista que realizó Estados Unidos en Vietnam; y todo contado de manera sencilla, en un lenguaje llano, por un protagonista de los mismos hechos (Franklin fue profesor universitario expulsado por realizar distintas actividades: desde charlas y marchas, hasta la militancia sobre las fábricas que proveían de productos químicos a la industria de guerra yanqui, repartiendo volantes explicando la situación de la guerra, y proponiendo a los obreros que boicotearan la producción –o que renunciaran a sus puestos de trabajo en señal de protesta-).

Franklin hablará en su trabajo de los 33 años de lucha del movimiento antiguerra: un movimiento pacifista, que luego irá tomando cada vez más una orientación antiimperialista.

“Allí donde la amnesia no ha funcionado para ocultar la guerra de Vietnam, se han fabricado fantasías para tergiversar la realidad”

Franklin explica: “La representación de la guerra de Vietnam que todavía prevalece en Estados Unidos a comienzos del siglo XXI está basada en una serie de fantasías que fueron originalmente construidas desde 1954 hasta la década del ’70. Éstas fueron luego elaboradas y embellecidas durante los años ’80 y ’90, especialmente bajo las administraciones de Reagan (1981-1989) y Bush (1989-1993)”[3]. Y agrega: “El derrotero cultural, que pasó de demonizar a los vietnamitas a finales de los ’70 a borrarlos por completo en la década de los ’90, quedó plasmado en las producciones de Hollywood. Mientras que el Premio de la Academia a la mejor película del año 1978 lo recibió El francotirador (The Deer Hunter), con sus imágenes que meticulosamente invertían los roles de víctima y victimario, la ganadora del Oscar como mejor película del año 1994 fue Forrest Gump, en la cual se proyecta un Vietman que consiste en una jungla deshabitada que, por razones desconocidas, dispara contra los soldados norteamericanos”[4]. Franklin informa a lo largo del libro cómo operó Hollywood, los cómics, las series de TV y los grandes medios de comunicación para lo que él llama “una militarización de la cultura”; es decir, cómo se prepara a un pueblo para que acepte la guerra, identificando a sus “enemigos”.

La historia de la oposición a la guerra

La oposición a la guerra comenzó muy temprano: cuando los soldados norteamericanos de repente se encontraron “… equipando y transportando a un ejército enemigo (el francés) para que invadiera el país: en 1945. Los estadounidenses también se opusieron en 1965, cuando el presidente Lyndon Johnson ordenó a los marines desembarcar en Da Nang y comenzar el bombardeo ininterrumpido de Vietnam del Norte. En 1964, cuando Johnson lanzó un bombardeo en ‘retaliación’ contra Vietnam del Norte, luego de una serie de ataques norteamericanos encubiertos por tierra, mar y aire. En 1963, cuando 19 000 combatientes norteamericanos estaban participando del conflicto y Washington orquestó el derrocamiento del dictador títere que había instalado en Saigón en 1954. En 1961, cuando el presidente John F. Kennedy comenzó la ‘Operación Hades’, una campaña de guerra química en gran escala. En 1954, cuando equipos de combate norteamericanos organizaban acciones encubiertas para apoyar al hombre que Washington había designado para gobernar Vietnam del Sur”[5].

En 1954, cuando el derrotado imperialismo francés le pasa “la posta” a los yanquis, llegarán “Miles de cartas y telegramas oponiéndose a la intervención de Estados Unidos (que) inundaron la Casa Blanca. Una división de la American Legion que contaba con 78 000 integrantes exigió que ‘Estados Unidos se abstenga de enviar a miembro alguno de las fuerzas armadas para participar como combatientes en la pelea por Indochina o el sudeste de Asia’. Hubo denuncias públicas que hablaban de ‘colonialismo’ e ‘imperialismo’”[6].

Confluencia y radicalización con el pueblo negro

Fanklin recuerda que, “en enero de 1965, un mes antes de que fuera asesinado, Malcom X denunció la guerra de Vietnam, situó a los africanos y a los afronorteamericanos en el mismo bando que ‘esos pequeños granjeros de arroz’ que habían derrotado al colonialismo francés, y predecía una derrota similar para ‘Sam’”[7]. Entre fines de los ’60 y principios de los ’70 hubo una radicalización del movimiento, donde los sectores de color aportaron los sectores más combativos[8]. El asesinato de Luther King, por ejemplo, provocó además la insurrección de unas 125 ciudades –recordemos que pocos meses antes de su muerte, Luther King había denunciado a “su país” por las políticas imperialistas[9]-. Tras el asesinato (abril de 1968), las insurrecciones urbanas se combinaron “ con la ofensiva del Tet, que alguna semanas antes había golpeado a unas cien ciudades y pueblos en Vietnam del Sur, este apogeo de las revueltas urbanas demostraría ser un acontecimiento decisivo en la historia de la guerra de Vietnam”[10].

La guerra: en EEUU y en Vietnam

Hubo dos escenarios de lucha: Indochina y los propios EE.UU. Respecto a este último Franklin comenta: “Un dilema que se le planteó de continuo al movimiento antiguerra en Estados Unidos fue la dificultad de hallar formas de trascender la protesta verbal y los actos simbólicos y pasar al terreno de las acciones que pudieran obstaculizar realmente el esfuerzo bélico. Los soldados en Vietnam no tenían ese problema. Los actos individuales de rebelión, que iban desde la deserción y el sabotaje hasta provocar heridas, e incluso matar a aquellos oficiales que ordenaban las riesgosas misiones militares de búsqueda y destrucción, se intensificaron hasta dar lugar a motines y a una resistencia en gran escala”[11]. Así, Estados Unidos tuvo “dos frentes de guerra”, y perdió en ambos. Sin embargo, a lo largo de las décadas siguientes, fue alterando con los monopolios culturales y mediáticos la “percepción de la realidad”, para (intentar) dejar en el olvido la derrota estrepitosa en Vietnam, y al mismo tiempo disfrazar lo que fue una enorme rebelión juvenil, popular y de minorías (como los negros), en un episodio de lo que habría sido una “rebeldía antipatriótica” que trabó los “nobles” esfuerzos de guerra norteamericanos.

Así lo explica Franklin:

“Estaban cambiando la percepción de los estadounidenses sobre la guerra. Las imágenes genuinas aparecidas en las revistas y transmitidas por la televisión, que mostraban a los aldeanos masacrados, los niños quemados por el napalm, los prisioneros vietnamitas sometidos a torturas y asesinatos, los soldados norteamericanos aullando en sus estertores de muerte y los centenares de bolsas conteniendo cadáveres en el momento de ser embarcadas de retorno a casa, estaban siendo reemplazadas por imágenes simuladas de prisioneros de guerra norteamericanos a merced de los pérfidos comunistas asiáticos”[12].

Franklin esboza esta suerte de conclusión: “En última instancia, el ascenso insurreccional en el seno de las fuerzas armadas, inspirado y dirigido por las rebeliones afro-norteamericanas, iba a garantizar la victoria de los revolucionarios vietnamitas, como muchas autoridades militares norteamericanas reconocerían. En este sentido, la guerra en Estados Unidos se trasladó a Vietnam. Pero a pesar de la profunda crisis nacional del año 1968, el movimiento demostró no ser capaz de lanzar, a partir de la guerra en el país, un movimiento sustentable para transformar la estructura económica y política de la sociedad norteamericana, y mucho menos una revolución”[13].

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La crisis económica capitalista, con epicentro en los Estados Unidos, empujará a las masas a retomar lo que quedó inconcluso entonces. Volverán las grandes luchas de sindicatos, jóvenes, minorías y sectores oprimidos; y también revueltas y rebeliones entre las capas más bajas del ejército imperialista –conformada por un gran sector de negros y latinos-. El libro de Franklin muestra parte de una historia poco conocida –una historia de luchas y rebeliones antiimperialistas-, fundamental para hacer un balance y trazar nuevas perspectivas.

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El libro de H. Bruce Franklin, Vietnam y las fantasías norteamericanas, se puede conseguir en el Instituto del Pensamiento Socialista (IPS) “Karl Marx”: Riobamba 144, Ciudad de Buenos Aires.


[1] (1863-1952). Su nombre completo es Jorge Augustín Nicolás Ruiz de Santayana. Filósofo, poeta y novelista estadounidense de origen español.

[2] Bs. As., Final Abierto, 2008.

[3] P. 70.

[4] P. 77. “Una negación más sutil y sofisticada de la existencia tangible del pueblo de Vietnam y de la guerra de Vietnam viene de la mano de expresiones tales como ‘irreal’, ‘incognoscible’, ‘incomprensible’, ‘loca’ o ‘ajena’. Asumiendo una definición de nosotros los norteamericanos como descendientes de los inmigrantes europeos, para quienes todos los pueblos de color eran lo ajeno o extraño, y apoyándose en las concepciones anglonorteamericanas de lo ‘oriental’ como algo ‘inescrutable’, estas etiquetas calzan muy bien en las teorías de moda en el siglo XX que rechazaron cualquier narrativa coherente y sistemática como anacrónicas, en nombre de una nueva era ‘posmoderna’ (ídem.).

[5] P. 108. “El 2 de noviembre (de 1945), los 88 suboficiales que componían la tripulación del Pachaug Victory redactaron una carta de protesta que enviaron a la Administración Naviera de Guerra en Washington. Más tarde, ese mismo mes, los tripulantes del Winchester Victory enviaron este cablegrama al presidente Harry Truman y al senador Robert Wagner de Nueva York: ‘Nosotros, el personal subalterno (esto es, no miembros del cuerpo de oficiales) del S.S. Winchester Victory, protestamos enérgicamente contra el uso de éste y otros navíos norteamericanos para transportar tropas de combate extranjeras a territorio extranjero, con el propósito de lanzar hostilidades para sostener las políticas imperialistas de gobiernos extranjeros cuando hay soldados norteamericanos esperando para regresar al hogar. Requerimos una inmediata investigación del congreso sobre este asunto’. Al llegar a Vietnam, donde quedaron atónitos al ser saludados por soldados japoneses que habían sido recientemente armados de nuevo por los británicos para reprimir a los vietnamitas, las tripulaciones completas de cuatro barcos de transporte de tropas se reunieron en Saigón y redactaron una resolución condenando al gobierno norteamericano por usar sus propios barcos para transportar tropas ‘que buscan someter a la población nativa’ de Vietnam (pp. 109 y 110).

[6] P. 111.

[7] P. 122.

[8] Franklin comenta que “En 1968, docenas de soldados negros, muchos de ellos veteranos de Vietnam, fueron arrestados y juzgados ante una corte marcial por rehusarse a movilizarse contra manifestantes que protestaban contra la guerra afuera del Anfiteatro de Chicago, durante la convención del Partido Demócrata” (p. 123).

[9] Recientemente, cuando la asunción de Barack Obama como presidente de Estados Unidos, cientos de artículos recordaban el discurso de 1963 “Tengo un sueño”, de Luther King. Pero nadie recuerda que en 1967 “Luther King vinculó la violencia en los ghettos directamente con al guerra de Vietnam, declarando: ‘No puedo volver a alzar mi voz contra a violencia de los oprimidos en los ghettos sin haberme claramente dirigido primero al mayor perpetrador de violencia en el mundo hoy: mi propio gobierno’” (p. 122).

[10] P. 122.

[11] Pp. 128 y 129. “La resistencia (en el ejército yanqui) adoptó otra forma tan difundida que dio origen a una nueva palabra en la lengua inglesa: ‘fragging’. Tomó originalmente su nombre de las granadas de fragmentación y fue rápidamente aplicado a cualquier método usado para matar a los oficiales o suboficiales. El ‘fragging’ desarrolló sus propios rituales, usos e idiosincrasia, comprendidos por todos. Aquellos oficiales que ponían en riesgo a sus hombres en forma irresponsable o bien los insultaban, recibían una advertencia o dos que consistía en una granada desactivada. El paso siguiente sería arrojarles una granada al cuerpo o bien alojarla en una trampa cazabobos. Para mediados de 1972, el Pentágono reconocía que había habido 551 incidentes de ‘fragging’ con dispositivos explosivos, con un saldo de 86 muertos y más de 700 heridos. Estas cifras, sin lugar a dudas, daban cuenta sólo de una parte de los hechos, y no incluían un método común y menos conspicuo de asesinar a aquellos oficiales impopulares: disparos de fusil, a menudo en medio del combate” (pp. 129 y 130).

Dice Franklin sobre los estudiantes: “Ciertamente, el movimiento contra la guerra en los campus universitarios fue espectacular. Las clases de protesta de la primavera de 1965 se extendieron a cientos de campus, contando probablemente con la participación de centenares de miles de estudiantes. Hacia finales de la década de 1960, millones de estudiantes participaban en forma intermitente en actividades contra la guerra que iban desde petitorios y marchas a la luz de las velas, hasta la quema de centros de reclutamiento, sufriendo el arresto en prisión por resistencia al reclutamiento. En mayo de 1970, la invasión a Camboya desencadenó la mayor protesta del movimiento estudiantil de toda la historia norteamericana, una huelga que condujo al cierre de campus universitarios, así como también al fusilamiento de estudiantes por efectivos de la Guardia Nacional en la Kent State University de Ohio (donde cuatro estudiantes fueron asesinados y nueve resultaron heridos), y por soldados federales en Jackson State en Mississippi (donde dos estudiantes resultaron muertos y al menso doce resultaron heridos)” (p. 120).

[12] P. 340.

[13] P. 205.



Foto: Magnum Photos

Tuesday, May 26, 2009

¡Fuera el oscurantismo medieval en Filosofía!

Lunes 18/5, 15 hs en el Depto. de Filosofía (3º piso): ¡Todos a la reunión de Junta Departamental!

¡Fuera el oscurantismo medieval en Filosofía!

Movilicémonos por la Paralela de Filo Contemporánea y contra el adelantamiento antidemocrático de la votación de la oferta de materias

Cuando ingresamos a la carrera de Filosofía no tardan en sorprendernos varias noticias. Una de ellas es la de que las materias no ofrecen ningún abordaje sistemático de la filosofía del siglo XIX: Contemporánea -desde que está en las exclusivas manos del “sojero” Honorable Senador Nacional de la Coalición Cívica , don Samuel Cabanchik- comienza invariablemente en el XX, haciendo abstracción de algunos de los pensadores decimonónicos más influyentes, como Marx, y, consecuentemente, ignorando toda la tradición que se inicia allí (omisión esta cuyo oscurantismo se hace aun más palmario hoy día, en medio de un renovado interés en todo el mundo por la teoría marxista a partir de la crisis mundial y la ruptura de las inquebrantables certidumbres del neoliberalismo) . Moderna, por su parte, suele terminar en Kant (o, si tenemos suerte, con algunas pinceladas de Hegel). Y por si estos baches en nuestra formación no fueran suficientes, esta materia “bisagra” (necesaria para Metafísica, Gnoseología, Política...) ni siquiera se dicta este cuatrimestre, gracias a la forma en que la “oferta académica” votada el año pasado resolvió, a espaldas de los estudiantes, las internas de las camarillas. Esta clase de comportamiento es, lamentablemente, la habitual en las minorías de profesores que -contra los intereses de los estudiantes y de la mayor parte de sus colegas- manejan la Junta Departamental : dentro de la siempre restringida oferta de cada cuatrimestre, nos obligan a ser el “mercado cautivo” del enfoque único que “ofrece” cada materia, con la ¿excusa? de no luchar por más presupuesto para no darnos más cursadas (lo cual repercute también en a que muchos docentes se les conceda el “honor”... de trabajar gratis).

Frente a este panorama de manejos antidemocráticos, intereses de camarilla y pensamiento único, se hace imperativo comenzar una democratizació n de la carrera. Consideramos que las importantes experiencias de Historia y Antropología muestran que es un paso adelante -aunque no constituye por sí mismo una transformació n radical de las carreras, ya que el régimen universitario se empeña en defender sus privilegios e intereses- la conquista de las cátedras paralelas. En Filosofía, donde ni siquiera contamos con una, estamos convencidos que la consecución de una nueva materia puede significar un importante impulso para la movilización estudiantil en torno a cuestionar todo el plan de estudios -y esta es la perspectiva que planteamos en su momento en las Jornadas para la reforma del plan de estudios llevada adelante por la asamblea de filosofía (de la cual desde En Clave ROJA participamos activamente desde sus inicios en el 2007). A partir de esa experiencia, conformamos una comisión abierta de estudiantes, graduados y la Dra. Patricia Dip para redactar el programa de una cátedra paralela de Filosofía Contemporánea e introducir al marxismo en la carrera.

Así es que el pasado viernes 15/5 presentamos una nueva Contemporánea para ser incluida en la oferta académica del segundo cuatrimestre. En la comisión coincidimos en desarrollar un eje de teóricos cuyas corrientes centrales fuesen dos líneas de filosofía poshegeliana indispensables para el pensamiento actual, el materialismo histórico de Marx por un lado y el existencialismo de Kierkegaard por el otro. A partir de estos antecedentes en el siglo XIX, la materia se detiene en las relaciones entre la conciencia y la acción en Gramsci. A continuación, siempre continuando con nuestro eje central, se detendrá en los intercambios e influencias entre existencialismo y marxismo en Althusser y Sartre. Y, dados los enormes baches que sufre nuestra formación con el actual plan de estudios, decidimos también maximizar la pluralidad de enfoques dentro de la cátedra misma, ofreciendo prácticos temáticos con autores como Foucault.

Pero, dado que la ausencia de pluralidad de cátedras en la carrera no es casual, ya preveíamos que conseguir la incorporación de una nueva Contemporánea no iba a ser fácil, sobre todo si tenemos en cuenta que por ejemplo en la última reunión de la Junta Departamental del 11/5 la mayoría de la misma (su director Cassini, todo el claustro de profesores, Poiesis –mayoría estudiantil- , y Síntesis -minoría graduados-) se negaron, mediante argumentos que iba n de lo cínico a lo absurdo, a convocar a una “instancia interclaustros” (que ni siquiera se trataba de una Asamblea Interclaustros -democrática y resolutiva-, sino de una reunión meramente consultiva sin poder de resolución). Sin embargo, esto no es todo: según nos enteramos por un simple mail del Departamento enviado apenas el miércoles 13, y para sorpresa de los que presenciaron la reunión del lunes 11, en esta última habría sido decidido (no sabemos cuándo ni por quienes, aunque no es difícil de imaginar...) adelantar la votación de la oferta académica del segundo cuatrimestre para el próximo lunes 18 -un apuro nada habitual, dado que las reuniones de la JD suelen ser quincenales.

Es claro el carácter antidemocrático de este adelantamiento: la discusión de las materias que podamos cursar no solo permanece -ante la negativa a una Interclaustros- en manos de la JD , sino que se pretende privar a los representantes de mayoría de Graduados (Genealogía) y la minoría de estudiantes (Revocables) de la posibilidad de discutir con sus bases, un derecho que reivindicamos, más allá de las diferencias que tengamos con estas agrupaciones. Peor aun, frente a una novedad como el proyecto de Contemporánea, es decir algo totalmente inédito en la carrera de Filosofía que puede potenciar aún más el cuestionamiento a la misma, se nos priva al conjunto de los estudiantes y a agrupaciones como En Clave ROJA que junto a otras agrupaciones y estudiantes independientes han impulsado la Asamblea de Filosofía, la reforma democrática del plan de estudio, y en particular esta Cátedra Paralela de Filosofía Contemporánea, se nos impide tener el tiempo necesario para discutir desde los cursos no sólo este proyecto, sino también la necesaria transformació n de nuestra carrera. Por todo esto repetimos que no es casual este adelantamiento antidemocrático de la reunión de Junta que tratará la programación académica del 2º cuatrimestre.

Todo esto nos demuestra que es fundamental que, siguiendo los ejemplos de otras carreras, nos organicemos para enfrentar este antidemocrático régimen universitario, lo que es indispensable para conseguir nuestras demandas. Y como primer paso -y dado lo importante de que una materia como la paralela de Contemporánea, y en particular el “olvidado” pensamiento marxista, ingrese a la carrera- es más que necesario impulsar esta cátedra paralela, e impedir que una maniobra burocrática de la Junta nos impida discutir nuestra formación. Te invitamos, pues, a sumarte a esta y otras actividades de la Asamblea de Filosofía, y a movilizarnos todos a la Junta Departamental en el 3º piso este lunes 18- 5 a las 15 hs.

¡No al adelantamiento de la votación de la oferta académcia!

¡Que no decidan por nosotros!

Unidades temáticas de la cátedra paralela de Filosofía Contemporánea

Unidad I

Dos críticos del idealismo hegeliano: Marx y Kierkegaard

1) Marx: concepto de "ideología". Las críticas a Hegel, los "jóvenes hegelianos" y Proudhon: las críticas al apriorismo de Hegel. El "teleologismo" y la interpolación de una "sustancia" trascendente de las acciones: "alegoría" de la Idea. "Falsos" idealismo y empirismo: las críticas al método dialéctico y los desarrollos metodológicos de 1857. El problema de la "inversión ideológica": explicación "superestructuraliz ada" de la historia. Los eventos históricos y las categorías económicas como "encarnaciones" de principios racionales eternos. Problema de la relación "basesuperestructur a": “la ideología no tiene historia.”

Bibliografía primaria: Marx, Karl, Introducción a la crítica de la filosofía del derecho de Hegel (texto completo); "Tesis sobre Feuerbach" (texto completo); Miseria de la filosofía, capítulo II; Introducción [1857] a la Crítica de la economía política, capítulo III; Marx, Karl, y Engels, Friedrich, La ideología alemana (capítulo I).

2) Kierkegaard: La crítica a la identidad entre pensar y ser y al presunto saber “sin supuestos” como antecedente de la contraposició n entre “pensamiento subjetivo” y “pensamiento objetivo” de 1846. La necesidad de superar el punto de vista “idealista” en filosofía. La búsqueda de un modelo superador de la cristiandad centrado en la noción de “praxis amorosa” de 1847 (Las obras del amor). El problema de la articulación entre discurso “directo” y discurso “indirecto” en el seno de la crítica a la ideología. (Papirer VIII 2 B: Conferencias de 1847)

Bibliografía primaria: Johannes Climacus o el dudar de todas las cosas (última parte); O lo uno, o lo otro (selección de textos); Postscriptum (selección); Las obras del amor (caps. I-IV de la Primera Parte y caps. I, VI, IX y X de la Segunda Parte ); Papirer VIII 2 B.

Unidad II

El marxismo como "filosofía de la praxis": Gramsci

3) Ecuación entre filosofía y política, entre pensamiento y acción en la “filosofía de la praxis”. El sentido de la filosofía de la praxis como desarrollo y reforma del hegelianismo, por un lado, y como alternativa al modelo epistemológico althusseriano, por el otro. El problema del “partido” como “intelectual colectivo” (expresión de Togliatti). La relación entre estructura y superestructura en el seno del “bloquehistórico”. El concepto de “hegemonía” como superador de ciertas limitaciones de la noción de ideología. La función social del intelectual en el seno del bloque histórico.

Bibliografía primaria: Antonio Gramsci, El materialismo histórico y la filosofía de Benedetto Croce, trad. Isidoro Flaumban, Buenos Aires, Nueva Visión, 2003. A . Gramsci, Los intelectuales y la formación de la cultura, Mèxico, Grijalbo, 1967. A . Gramsci, Antología, Selección y Notas de Manuel Sacristán, Mèxico, Siglo XXI, 1970

Unidad III

Algunos cruces entre existencialismo y marxismo: conciencia, ideología y acción en Althusser y Sartre

4) Althusser: críticas al "economicismo" y al "historicismo" : contra Sartre, Gramsci y Colletti. "Presente histórico" y "totalidad" desde Hegel y desde Marx, crítica al "corte de esencia". Defensa de la "autonomía relativa" de la política, la ideología y la ciencia. Contra la tesis de la "inversión" de la dialéctica hegeliana. Nueva relación entre "base" y "superestructura" : ideología y reproducción de las relaciones de producción; concepto de AIE. La lectura althusseriana de la Introducción del '57.

Bibliografía primaria: Althusser, "Ideología y aparatos ideológicos de Estado" en Lenin y la filosofía; La revolución teórica de Marx, capítulos 2, 3, 6 y 7; "El objeto de El Capital", apartados III a VI, en Althusser, Louis y Balibar, Étienne, Para leer El Capital.

5) Sartre: Introducción general a su obra. El concepto de proyecto. Su acercamiento al marxismo. "¿Qué hace que no seamos simplemente marxistas?": necesidad de complementariedad entre existencialismo y marxismo. Conocimiento concreto del hombre y "marxismo anquilosado”. Reiteración de la crítica al apriorismo: problema de la "situación" de los pensamientos y acciones sociales a partir de la infraestructura económica, abstracción, reducción abrupta a lo universal.

Bibliografía primaria: Sartre, Jean-Paul, selección de textos de El ser y la nada y Crítica de la razón dialéctica.

En Clave ROJA

(PTS + Independientes)

en El Bloque

Vicepresidencia del CEFyL

ecr_filo@yahoo. com.ar

17/05/09